jueves, 17 de septiembre de 2009

Sin ley no hay autoridad

Además de otros condicionantes de medios y masificación, sin enseñar el respeto y el reconocimiento de autoridad de los adultos por parte de los jóvenes y niños es difícil desde la docencia hacer nada en provecho de la juventud y de la educación.

Una ley con el reconocimiento de autoridad, deberes y obligaciones del profesorado, alumnado y sus familias con asunción de responsabilidad para sí mismo y los demás, parece como razonable, pues se necesita dar cobertura y rango a ciertos principios, en especial cuanto sea relativo a las pautas de comportamiento al igual que sucede en circulación vial.

Desde la familia se debería de hacer esta labor e inculcar estos principios en los jóvenes, pero la sociedad que vivimos no facilita la tarea y además existen multitud de carencias en la formación y preparación de los padres, por lo que el estado debe de asumir su responsabilidad.

No parece suficiente y es demasiado largo inculcar mediante la enseñanza en las escuelas un precepto natural y obvio que debería de haberse conservado si no fuera por confundir la libertad con el libertinaje.

Así pues, se presenta como razonable legislar al respecto y al igual como para lo demás asuntos relativos a conductas y pautas de comportamiento en bien e interés general.

Es muy lamento que deba de ser así, pero no hay solución salvo a muy largo plazo y no tenemos tiempo que perder nos jugamos el bienestar y el progreso de nuestros hijos y el nuestro.

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