Una sería, que se incrementen los salarios de forma homologable en todos los países, reteniendo en origen un por ciento del salario para destinarlo como financiación y ahorro a futuro a coste cercano a 0, que por medio de un banco público serviría para financiar el sistema productivo.
La segunda, que en las localizaciones de consumo, similar a como en los salarios, se destine un por ciento en los precios que pagamos de cuanto consumimos los consumidores para destinarlo como financiación y ahorro a futuro a coste cercano a 0, que igualmente por medio del sistema bancario serviría para financiar el sistema productivo.
Con este procedimiento de financiación de origen y fin se conseguirían varias finalidades importantes: 1) reducir la deslocalización y competencia por costes de mano de obra y salarios; 2) financiar las necesidades del sistema productivo de una manera más racional a coste cercano a 0; 3) Asegurar el flujo dinerario del sistema productivo en origen y destino. 4) Homologar los servicios y prestaciones sociales. 5) Generar empleo y consumo equilibrado.
Siendo que los trabajadores formamos parte esencial de cuanto necesitamos los consumidores para atender nuestras necesidades, al igual que los consumidores somos los que pagamos el importe final y hacemos el mayor esfuerzo, parece razonable que estas fuentes sean quienes mayormente suministren y financien monetariamente el sistema productivo en origen y fin.
Naturalmente, estas aportaciones monetarias al sistema productivo por los trabajadores y consumidores, participarían en los beneficios que generan según su esfuerzo económico por su trabajo y por sus actos de compra-consumo en las empresas e industrias.
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