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Entrados en el siglo XXI, se hace necesario redefinir el trabajo, el inversor, el parado, el jubilado, el consumidor, etc. Adecuar y armonizar las funciones de los diferentes actores sociales a la realidad cambiante del entorno, se hace tanto o más necesario e imprescindible que cualquier otras acciones, en tanto avanzamos tecnológicamente y aprendemos rápidamente a asimilar nuevos conocimientos, habilidades, medios y formas de comunicación y organización.
El trabajo es un bien en decadencia tal y como lo conocemos hoy en día, cada vez será más escaso, requerirá de reparto, ganas, especialización, diversificación de habilidades y conocimiento. En otro orden y parecido sucede con el resto de actores, inversores, capitalistas, consumidores, etc., en cuanto a funciones, modelo de organización y actuación.
Así pues, hablar de el trabajo, trabajadores, parados, prejubilados o jubilados, inversores, capitalistas, consumidores, etc., está caducado y obsoleto en cuanto a las respectivas definiciones y funciones al uso.
En cuanto al dinero, como unidad, instrumento o medio de intercambio, puede seguir siendo útil, mientras se asuma y decida sustituir y remplazar por otro mejor ya existente, que propicie erradicar los muchos males implícitos de su uso y acumulación para nada, como bien decía un prestigioso economista, hace más de 50 años, "el importe que excede en nuestros bolsillos del billete de autobús cuando regresamos por la noche a casa, no sirve para nada".
El trabajo es un bien en decadencia tal y como lo conocemos hoy en día, cada vez será más escaso, requerirá de reparto, ganas, especialización, diversificación de habilidades y conocimiento. En otro orden y parecido sucede con el resto de actores, inversores, capitalistas, consumidores, etc., en cuanto a funciones, modelo de organización y actuación.
Así pues, hablar de el trabajo, trabajadores, parados, prejubilados o jubilados, inversores, capitalistas, consumidores, etc., está caducado y obsoleto en cuanto a las respectivas definiciones y funciones al uso.
En cuanto al dinero, como unidad, instrumento o medio de intercambio, puede seguir siendo útil, mientras se asuma y decida sustituir y remplazar por otro mejor ya existente, que propicie erradicar los muchos males implícitos de su uso y acumulación para nada, como bien decía un prestigioso economista, hace más de 50 años, "el importe que excede en nuestros bolsillos del billete de autobús cuando regresamos por la noche a casa, no sirve para nada".
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