Cualquier ocasión es buena si la intención es firme. Una entre tantas, cuando el estreñimiento prolongado o la continencia apremia, la gratificante y placentera visita al inodoro acompañada de una copa con un veneno cualquiera permite alcanzar el cielo sin necesidad de que la imaginación o acción alguna aporte añadido de gloria.
Un chute, esnifado, trago corto o largo, sorbo a sorbo o con pajita, intencionada y/o fortuitamente donde estemos, el veneno emprende su camino y hace su función.
Entre otras, antes de dormir, tomar un trago largo de veneno con un trozo de chocolate dulce, permite conciliar el sueño plácidamente hasta despertar al alba.
Saltar de la cama al baño para atender la primera necesidad y aseo, permite rumiar el veneno del sueño previo al desayuno matinal. Café con leche o té, algunas galletas o tostada al fuego con mantequilla y mermelada, aderezado todo con el veneno del día, dispone la salida para correr a cualquier lugar para seguir en el mismo sitio, previo aligeramiento del bolsillo sin movernos, la luz, el gas, el agua, la droguería y el desayuno, se han llevado por delante un buen bocado que agria el desayuno, seguido de otras servidumbres, el transporte, el tráfico y tiempo perdido para nada en muchas situaciones y momentos.
Posiblemente el primer veneno fue la dulce y pegajosa miel que accidentalmente descubrió nuestra conocida primera madre Lucy hace 2 millones de años en Etiopía, si bien, los parientes lejanos primates la descubrieron mucho antes, pues era y sigue siendo su manjar preferido.
Curiosamente, los ingredientes esenciales se empezaron a desgranar entorno a 2.500 años y se tardaron más de 1.100 años hasta llegar al año 1600 en que Galileo, Descartes y otros aportaron nuevos ingredientes esenciales para diferentes venenos hasta hoy.
Así podemos ver, que el discurrir de la existencia de cada uno devora implacablemente la capacidad de asumir, interpretar e incorporar nuevos descubrimientos esenciales y cruciales a nivel intelectual y tecnológico.
Los ingredientes y combinaciones son infinitas, están por descubrir en su inmensa mayoría y en cada paso, en probar un nuevo elixir del sabor y textura que se quiera, las consecuencias en muchos casos son imprevisibles, se requiere de ensayos y un tiempo para ver su aplicación, utilidad y resultado.
Por tanto es esencial, encontrar los procedimientos que permitan aunar el conocimiento e interactuar de cada una de las ciencias y reducir los tiempos y victimas en la experimentación, máxime, si las víctimas del NO veneno y del que está ya en circulación somos nosotros.
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