Las recomendaciones de la CNMV publicada el El País, son todo un despropósito de recomendaciones. A este paso, todos los consumidores tendremos que realizar todas y cada una de las carreras de ciencias para saber de alimentos, medicinas, leyes y así, para todo lo demás.
Entiendo al respecto que, lo ideal sería, volver a lo que se hacía años atrás, y es, que el Banco de España, que es la máxima autoridad monetaria, supervise y califique todos y cada uno de los diferentes productos financieros y bancarios antes de su comercialización.
Cualquier producto debería de contar con la preceptiva autorización y calificación del Banco emisor, que es, quién tiene todos los conocimientos y herramientas adecuadas, además de información privilegiada de otros mercados, para valorar cualquier producto, la forma de comercializarlo y el modelo de contrato básico.
Curiosamente, también hace años, hasta la publicidad de cualquier producto financiero en cualquier medio, requería de la preceptiva autorización del Banco emisor.
Este proceder es particularmente recomendable cuando se trata de vender al consumidor en general, que no tiene en general, capacidad para poder valor un producto financiero, ni farmacéutico, ni alimentario, ni de cualquier producto que requiera la intervención de grupo de expertos muy cualificados y herramientas sofisticadas.
Entiendo al respecto que, lo ideal sería, volver a lo que se hacía años atrás, y es, que el Banco de España, que es la máxima autoridad monetaria, supervise y califique todos y cada uno de los diferentes productos financieros y bancarios antes de su comercialización.
Cualquier producto debería de contar con la preceptiva autorización y calificación del Banco emisor, que es, quién tiene todos los conocimientos y herramientas adecuadas, además de información privilegiada de otros mercados, para valorar cualquier producto, la forma de comercializarlo y el modelo de contrato básico.
Curiosamente, también hace años, hasta la publicidad de cualquier producto financiero en cualquier medio, requería de la preceptiva autorización del Banco emisor.
Este proceder es particularmente recomendable cuando se trata de vender al consumidor en general, que no tiene en general, capacidad para poder valor un producto financiero, ni farmacéutico, ni alimentario, ni de cualquier producto que requiera la intervención de grupo de expertos muy cualificados y herramientas sofisticadas.
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