Salsas, especias, plantas aromáticas, sales del Himalaya o del mar Rojo, colorantes, licores y vinos, son empleados combinados o solos en cualquier ensalada, entrada o guiso frío caliente.
El aliño agridulce al punto del paladar más exigente, supone disfrutar con el olfato y el paladar las virtudes de cualquier entrada exótica de origen asiático.
La ensalada europea, una vez más, ha sido aliñada en exceso por los cocineros de turno dejando a los comensales a dos velas, casi diría tres. Salvo los probadores oficiales, los demás sólo la han contemplado y algunos, los menos pudorosos, incluso la han removido en la fuente.
El caso es, que entre unos y otros nos hemos quedado peor que estábamos, tanto es así, que proporcionalmente sólo la séptima fuerza ha ganado significativamente posiciones, los votantes en blanco han pasado de 95.000 a más 220.000. Con este salto único, cualitativo y cuantitativo, en las próximas elecciones puede ser fácilmente la tercera fuerza política con más de 6 millones de votos. De momento, lo dejaré así, pues, con estos mimbres, seguro se puede hacer un buen cesto a orillas del mediterráneo y no me apetece dar y ofrecer pistas de gratis.
En cuanto al gran boomerang del ganador, secuestrando a sus comensales sin pegar bocado, los ha dejado a casi todos con el síndrome de Estocolmo, en el que la familia secuestrada, se ha aliado con los secuestradores, llegando, incluso a negarles, el agua a sus necesarios invitados a la fiesta, que también están parecido, bajo los mismos efectos, por causas y razones bien conocidas en psicología.
Así, tras esta malograda comida y fiesta, vendrán los efectos aumentados, de indigestiones y náuseas anteriores. Pues, pretender encima dar como bueno, el exceso sin medida de aliño en ingredientes putrefactos, sin las mínimas medidas sanitarias de manipuladores cocineros, para el buen deleite de los familiares e invitados, supone, algo muchos peor que unos meros desaprensivos sin estómago.
Se puede reclamar que seamos generosos, y ofrecer así oportunidad de enmienda e inserción en la sociedad a quién sea, si además hay propósito e intención de hacer en bien y rectamente, sin problemas, hasta 3 veces si es necesario sin tener en cuenta o importar el pasado. Ahora bien, una vez logrado el liderazgo en el puesto o cargo que sea, ni una sola licencia fuera del recto y responsable proceder. Ni una, por irrelevante que sea o parezca la dádiva.
Un chef de primera, no puede permitirse, ni siquiera de pensamiento, la más mínima licencia, llegado el caso, la gravedad es la intención, siendo irrelevante la cantidad, pues ésta, es sólo cuestión de oportunidad. Los comensales no lo comprenden, porque no hay interés en enseñarlo; si hay intención, un corte es certero igual que cien, es irrelevante la cantidad.
En el escenario del suceso, sólo pensarlo sería punible, no importa que sea un café, 20 trajes o un millón de euros, pues el valor y cuantía es sólo cuestión de oportunidad.
Lástima de agridulce comida y fiesta desperdiciada. Veremos la siguiente como queda.
"Todo lo que no se comparte, se pierde"
montejb Inspirado en el
epitafio de Dominique Lapierre, ciudadano de Calcuta.
martes, 9 de junio de 2009
Resultado Agridulce
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